Desde el inicio de la ofensiva militar de Israel contra el enclave, hace un año, la economía de Gaza se ha reducido a una sexta parte de lo que era antes.
La guerra en la Franja de Gaza, que cumplió un año el 7 de octubre, ha destrozado la economía de este enclave palestino gobernado por el grupo islamista Hamás. Israel, que ha abierto diversos frentes, tampoco está bien librado.
De acuerdo con un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) publicado el 12 de septiembre, el PIB del enclave palestino se contrajo un 81% en el último trimestre de 2023, año en el que acumuló una contracción del 22%.
El informe describe la economía de Gaza como “en ruinas” un año después de que Israel lanzó allí una campaña militar que redujo gran parte de la Franja a escombros en respuesta a los letales ataques del 7 de octubre en el sur de Israel por parte de militantes de Hamás.
Además de la desaceleración económica causada por el conflicto, la caída de la ayuda internacional y las deducciones y retenciones de ingresos por parte de Israel —que la UNCTAD estimó en más de 1.400 millones de dólares desde 2019— están aumentando la tensión, dijo.
El ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, que ordenó la retención de los fondos, acusa a la Autoridad Palestina de apoyar el ataque del 7 de octubre contra Israel. La Autoridad Palestina niega que esté promoviendo la violencia. Israel también deduce rutinariamente los llamados “pagos de mártir” pagados por la Autoridad Palestina a las familias de militantes y civiles muertos por las fuerzas israelíes.
La UNCTAD pidió “una intervención inmediata y sustancial de la comunidad internacional para detener la caída libre de la economía, abordar la crisis humanitaria y sentar las bases para una paz y un desarrollo duraderos”. También afirmó que era necesario un plan de recuperación integral.
El documento describe “un rápido y alarmante declive económico” en la Cisjordania ocupada, que ha sufrido un aumento de la violencia desde la guerra de Gaza.
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En un informe previo, la UNCTAD indicó que si la operación militar israelí terminara inmediatamente con el inicio inmediato de la reconstrucción y se mantuvieran las tendencias de crecimiento de 2007-2022 con una tasa media de crecimiento del 0.4%, Gaza tardaría hasta 2092 sólo para restablecer los niveles de PIB de 2022, con un PIB per cápita y unas condiciones socioeconómicas muy limitadas.
Sin embargo, incluso con la hipótesis más optimista de que el PIB pudiera crecer a un ritmo del 10% anual, el PIB per cápita de Gaza tardaría hasta 2035 en volver a su nivel anterior al bloqueo de 2006.
“La recuperación de la economía de Gaza tras la actual operación militar exigirá un compromiso financiero varias veces superior a los 3,900 millones de dólares que supuso la operación militar de 2014 en Gaza y requerirá un esfuerzo internacional concertado para restablecer las condiciones socioeconómicas previas al conflicto”, de acuerdo con la agencia de Naciones Unidas.
En total se han perdido más de 300,000 puestos de trabajo en Cisjordania desde que comenzó la guerra, según la UNCTAD, lo que ha elevado la tasa de desempleo allí del 12.9% al 32%.
La UNCTAD atribuyó el descenso a los disturbios, que según la ONU han causado la muerte de más de 650 palestinos desde el 7 de octubre, así como a nuevas restricciones comerciales israelíes, como los puestos de control.
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Israel, que no facilita cifras de muertos palestinos, afirma que unos 40 israelíes han muerto en ataques palestinos fuera de Gaza desde el 7 de octubre. Afirma que sus acciones en Cisjordania han sido necesarias para contrarrestar a los grupos militantes apoyados por Irán y evitar daños a civiles israelíes.
La guerra se desencadenó cuando Hamás atacó a Israel el 7 de octubre, matando a 1,200 personas y tomando a unos 250 rehenes, según los recuentos israelíes. El posterior ataque de Israel a Gaza ha matado a más de 41,000 palestinos, según el Ministerio de Salud del enclave.
Israel, que ha apostado todo en su ofensiva contra la Franja de Gaza y recientemente ha extendido sus operaciones hasta Líbano, ha pagado con una importante desaceleración de su economía, una de las más importantes de Oriente Medio.
El conflicto es una apuesta cara para el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu. El costo directo de financiar la guerra en Gaza hasta agosto fue de 100,000 millones de shekels (26,300 millones de dólares), de acuerdo con el Ministerio de Finanzas.
El Banco de Israel calcula que el total podría aumentar a 250,000 millones de shekels para finales de 2025, pero esa estimación se hizo antes de la incursión de Israel en el Líbano para luchar contra Hezbolá, lo que se sumará al recuento.
El costo de la guerra es elevado debido a las defensas aéreas de la Cúpula de Hierro de Israel, la movilización de tropas a gran escala y las intensas campañas de bombardeo. Este año, la deuda con respecto al PIB alcanzó el 67%, mientras que el déficit público es del 8.3% del PIB, muy por encima del 6.6 % esperado anteriormente.
Eso ha llevado a rebajas de calificaciones crediticias, que están amplificando los efectos económicos que podrían reverberar durante años, mientras que el costo de asegurar la deuda de Israel contra el incumplimiento está cerca de un máximo de 12 años y su déficit presupuestario está aumentando.
Moody’s bajó a finales de septiembre la calificación crediticia de Israel a “Baa1” y mantuvo la perspectiva “negativa”, tras una escalada del conflicto en la región con el grupo armado libanés Hezbolá.
“El principal motivo de la rebaja es nuestra opinión de que el riesgo geopolítico se ha intensificado significativamente hasta alcanzar niveles muy altos, con importantes consecuencias negativas para la solvencia de Israel tanto a corto como a largo plazo”, dijo Moody’s.
La baja mantuvo la calificación de Israel tres escalones sobre el grado de inversión.
Sin embargo, Moody’s advirtió que las incertidumbres sobre la seguridad del país y sus perspectivas de crecimiento de largo plazo “son mucho mayores que las que son típicas en el nivel de calificación Baa”.
Una caída abajo de ese nivel significaría que Israel perdería su calificación de grado de inversión.
“Las calificaciones probablemente se rebajarían aún más, posiblemente varios niveles, si la actual tensión con Hezbolá se convierte en un conflicto a gran escala”, dijo Moody’s.
Normalmente, una pérdida de la calificación de grado de inversión significa un aumento en el costo de pagar la deuda y podría obligar a algunos inversores a vender sus activos, presionando aún más a la baja el precio de mercado de los bonos de Israel.
En agosto, Fitch bajó la calificación crediticia de Israel a “A” desde “A-plus”, y mantuvo la perspectiva “negativa”.
“Mientras la guerra continúe, las métricas de la deuda soberana seguirán empeorando”, dijo Sergey Dergachev, gerente de cartera de Union Investment, a la agencia Reuters.
Con información de Reuters