La victoria del republicano nos arroja algunas perspectivas sobre el papel de los votantes latinos, el futuro del Partido Demócrata y la importancia del apoyo de Elon Musk.
WASHINGTON- La elección de Donald Trump por segunda vez a la Casa Blanca dejó algunas lecciones de primera instancia que, con el paso de las semanas, serán objeto de análisis tras el término del conteo de los votos.
Desde el futuro del Partido Demócrata hasta el nuevo rol de los latinos en Estados Unidos, estos son algunos puntos clave para entender el cisma generado por el magnate republicano.
Históricamente identificados más con el Partido Demócrata, la comunidad hispana en Estados Unidos hizo eco de los mensajes de Donald Trump en esta elección. La retórica antiinmigrante no solo no fue disuasoria para los latinos, sino incluso muchos aplaudieron su postura rígida en contra de quienes llegan al país por la vía ilegal.
Datos preliminares de la elección arrojan que, después de los hombres blancos sin educación universitaria, los hombres hispanos fueron quienes más votaron por Trump, 54% frente a 44% de quienes lo hicieron por Kamala Harris. Adicionalmente, el magnate ganó el condado de Miami-Dade, Florida, un sitio que ningún otro republicano había obtenido desde que lo hiciera George H.W. Bush en 1988.
En otros condados, como Maricopa (Phoenix), Arizona, y Clark (Las Vegas), Nevada, el desempeño de Trump con los votantes hispanos fue superior al obtenido en las votaciones de 2016 y 2020. La separación de los latinos del partido demócrata es creciente.
Al igual que los hispanos, los trabajadores manufactureros acentuaron su éxodo al partido republicano. Hasta hace unos años, los demócratas eran hogar e impulsores de los sindicatos y trabajadores estadounidenses, aunque ahora sus intereses están más separados que nunca. No importa que los líderes sindicales apoyen abiertamente a los candidatos demócratas, la base de trabajadores resiente la desaparición de empleos hacia el extranjero que con ahínco denuncia Trump.
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La evidencia de ello está en la pérdida del llamado “muro azul” demócrata la noche del martes: Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Ohio cayeron en la columna de Trump, lo que acentúa la crisis del partido con quienes no tienen una educación universitaria.
En Wisconsin, Trump ganó por menos de 30,000 votos, pero en Pennsylvania, clave para las aspiraciones de Harris, lo hizo por más de 150,000. Michigan, hogar de las principales armadoras de autos estadounidenses, se decantó por Trump por menos de un punto porcentual.
El mensaje del republicano tocó profundas cicatrices en el electorado, que ha visto el cierre de miles de fábricas manufactureras que se han relocalizado, entre otros lados, en México. De acuerdo con The New York Times, desde la aprobación del TLCAN a inicios de los noventa hasta la pandemia, han cerrado más de 90,000 fábricas en Estados Unidos. La promesa del retorno de esos empleos apeló con fuerza en un electorado que siente que le ha tocado la peor parte de los acuerdos comerciales.
Uno de los puntos más fuertes de la campaña de Harris era su postura en defensa de los derechos de las mujeres y el retorno de las protecciones federales para el aborto seguro. Desde que la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos declaró el fin de Roe vs. Wade en 2022 y aseguró que la Constitución no brinda ningún respaldo para el aborto, el tema se convirtió en uno ganador para los candidatos demócratas.
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Elección tras elección, las votantes en estados ferozmente republicanos se lanzaron a rechazar medidas que limitaban aún más su derecho al acceso seguro al aborto y otras medidas que limitaban su capacidad de decisión. No obstante, en la elección presidencial del martes no bastó el tema frente a otros como la economía y la migración.
Si bien las mujeres afroamericanas votaron masivamente por Harris, el resto de las demografías femeninas en el país dividieron su voto y en algunos estado columpio prefirieron a Trump.
La trágica muerte de George Floyd a manos de un policía en Minneapolis en 2020 significó el aceleramiento de una tendencia que arrancó hace más de una década para reformular la política de combate al crimen en Estados Unidos. Se habló, y en algunas ciudades intentó, de quitarle recursos a la policía y reducir las causas de encarcelamiento en un país que tiene al 16% del total mundial de población tras las rejas.
Sin embargo, el mensaje trumpista de mano dura contra el crimen resonó entre la población y en algunos estados se votaron medidas para fortalecer a las fuerzas de seguridad e incrementar las penas. En California y Colorado, dos estados profundamente demócratas, los electores avalaron proposiciones para incrementar el número de años de pena por delitos, posesión de drogas e, incluso, limitar el acceso a la libertad bajo palabra.
En 2023, 77% de los estadounidenses consideraban que el crimen iba en aumento, pese a que datos del gobierno federal apuntaban a lo contrario.
Sin miedo al que dirán o las repercusiones legales, Elon Musk, dueño de Tesla, Space X y X, abrió una puerta para el financiamiento político que otros magnates podrían seguir, rompiendo el balance de la política estadounidense.
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En total, se estima que Musk financió con más de 130 millones de dólares a la campaña de Trump, incluyendo una serie de “premios” de un millón de dólares para votantes en estados columpio como Pensilvania. Un juez federal avaló la entrega directa de ese dinero, que algunos equipararon con compra de voto.
Aunque todavía queda por ver si Musk obtendrá algo de Trump, conocido por no siempre honrar su palabra, la llave del dinero en la política estadounidense se abrió nuevamente con un nuevo giro.
