El uso de la cápsula Sacro, un dispositivo para permitir terminar con la vida del paciente, abre un nuevo debate sobre la regulación de esta práctica.
El primer uso de la maquina Sarco, una cápsula para el suicidio asistido, desató un debate ético y legal en Suiza, uno de los poco países en Europa donde esta práctica es legal, aunque con requisitos.
Las autoridades suizas han detenido a varias personas por la muerte de una mujer estadounidense que usó este artefacto para terminar con su vida. Esto es lo que sabemos sobre la regulación del suicidio asistido.
La eutanasia está prohibida en Suiza. Sin embargo, está permitido ayudar a una persona a suicidarse para que ésta pueda morir sin sufrimiento, de acuerdo con un documento de la Universidad de Barcelona.
En virtud del artículo 115 del Código Penal Suizo, el suicidio asistido no es punible por la ley cuando no responde a motivos egoístas. Esta regla se aplica a cualquier individuo.
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“La función del médico al final de la vida y en la muerte es aliviar los síntomas y acompañar al paciente. No es su deber proponer ayuda al suicidio, ni practicarla”, señalan las directrices publicadas por la Academia Suiza de Ciencias Médicas (SAMS) en 2018.
“El suicidio asistido no es un acto médico al que los pacientes tienen derecho; sin embargo, es un acto admisible desde el punto de vista jurídico, que puede llevar a cabo el médico, que está convencido de que se cumplen las condiciones enumeradas previamente”, indica el documento.
El artículo 114 del Código Penal sanciona la eutanasia, pero con frecuencia, los médicos sortean al Código Penal aplicando a sus pacientes dosis de sedantes cada vez más fuertes, hasta la muerte.
“En Suiza sabemos que esta posibilidad existe si la necesitamos”, dijo la profesora de ética Samia Hurst-Majno de la Universidad de Ginebra a Swiss Info. “Muchas personas se sienten tranquilas con esto, aunque nunca lo utilicen”.
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Las votaciones populares y las encuestas muestran que la mayoría de la población no quiere prohibir la asistencia para los suicidios.
La asistencia en el suicidio la prestan los “Freitod-Helfer” (asistentes a una muerte libre). No se trata de profesionales de la medicina, sino de personas con formación específica para desempeñar esta actividad.
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El médico es quien extiende la receta que facilita la muerte, antes ha examinado a la persona enferma, se ha entrevistado con ella y se ha interesado por su historial médico.
La normativa prevé que quien pide el suicidio asistido esté en total posesión de sus facultades mentales. En caso de que haya dudas sobre la plena integridad mental de la persona interesada, o sobre posibles presiones de terceros, la petición de suicidio ha de ser evaluada por una comisión.
Si un paciente solicita el suicidio asistido, su deseo de morir debe ser cuidadosamente evaluado. El paciente debe ser animado a hablar sobre sus deseos de suicidarse con sus seres queridos.
Si después de una cuidadosa información y evaluación, el paciente decide en su intención de terminar con su vida, el médico podrá ayudar en el suicidio, siempre que se cumplan las siguientes cinco condiciones:
1. El paciente es capaz de discernir con respecto al suicidio asistido. El médico debe documentar con precisión que ha excluido la incapacidad de discernir del paciente. En caso de enfermedad psíquica, demencia o cualquier otra enfermedad o condición frecuentemente asociada con una incapacidad de discernir, la competencia deber evaluada por un especialista correspondiente.
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2. El deseo de morir está bien reflexionando, no es el resultado de la presión externa o es persistente. Cuando se sospecha una relación de dependencia debe examinarse cuidadosamente su posible influencia en el deseo de suicidio.3. Los síntomas de la enfermedad y/o limitaciones funcionales del paciente le causan un dolor insoportable.4. Las opciones de tratamiento indicadas, así como otras ofertas de asistencia y apoyo solicitadas han fracasado o el paciente, capaz de discernimiento a este respecto, las ha considerado inaceptables.5. Basándose en la historia clínica del paciente y después de medidas de repetidas entrevistas, el medio considera que el deseo del paciente de no volver a experimentar esta situación de sufrimiento insoportable es comprensible para él y puede, en este caso concreto, considerar aceptable ayudarlo al suicidio.
Una tercera persona independiente, no necesariamente un médico, debe examinar si se cumplen con las dos primeras condiciones.
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La prescripción de un medicamento destinado al suicidio debe ser comunicada a las autoridades cantonales competentes en un plazo de 30 días.
En mayo de 2022, la Asociación Médica Suiza (FMH) aprobó directrices revisadas para “Tratar la agonía y la muerte” propuestas por SAMS. Estas directrices forman parte del código deontológico que los médicos deberán cumplir en el futuro y son las siguientes:
• Salvo en casos excepcionales justificados, médico y paciente deben mantener al menos dos conversaciones detalladas, separadas por un intervalo —como mínimo— de dos semanas.
• Los síntomas de la enfermedad o el deterioro funcional deben ser insoportables, y su gravedad debe estar justificada por un diagnóstico y un pronóstico válidos.
• El suicidio asistido en personas sanas no está ni médica ni éticamente justificado.
La SAMS —una institución privada que financia la investigación— en 2018 dictó nuevas directrices éticas médicas para “Tratar la agonía y la muerte”. En ellas se establecía a qué deben ajustarse los médicos cuando realizan un suicidio asistido.
La FMH, sin embargo, no está de acuerdo con las directrices de 2018 y las rechaza por ser demasiado vagas. “Las directrices revisadas no se han endurecido, sino que se han perfeccionado”, afirmó la secretaria general de la SAMS, Valérie Clerc.
Las organizaciones suizas que ofrecen asistencia al suicidio son Dignitas, Exit y Unique.
Desde hace más de veinte años, los voluntarios de la asociación Exit acompañan a los enfermos y a los discapacitados hacia una salida que consideran más digna.
Suiza es uno de los pocos países donde incluso los extranjeros pueden recurrir al suicidio asistido. Por eso se ha desarrollado el «turismo de la muerte»: hay personas del extranjero que vienen específicamente a Suiza para morir.
De acuerdo con Dignitas, probablemente la organización internacional más conocida que también admite personas del exterior, en 2020 más del 90% de sus miembros eran extranjeros.
Lifecircle y Dignitas incluso están haciendo campaña por la legalización del suicidio asistido en otros países.
Varias personas fueron arrestadas en Suiza después de que una mujer utilizara una “cápsula” de asistencia al suicidio, un dispositivo en forma de sarcófago que permite quitarse la vida sin asistencia médica.
Esta cápsula de aspecto futurista genera controversia desde que el periódico NZZ am Sonntag reveló a principios de julio que podría ser utilizada por primera vez en territorio suizo.
“El lunes 23 de septiembre, alrededor de las 16:01 horas (8:01 horas, tiempo de Ciudad de México), una mujer de 64 años, originaria del medio oeste de Estados Unidos, falleció utilizando el dispositivo Sarco”, indicó The Last Resort, asociación que promueve este dispositivo, en un comunicado publicado después de que la policía anunciara las detenciones, este martes.
La asociación agregó que la mujer “sufrió durante muchos años una serie de problemas graves relacionados con una severa deficiencia inmunológica”.De acuerdo con medios suizos, es la primera vez que se utiliza esta cápsula, llamada “Sarco” (por sarcófago).
“La fiscalía del cantón de Schaffhausen abrió un proceso penal contra varias personas por incitación y asistencia al suicidio, y varias personas fueron detenidas”, indicó la policía del cantón en un comunicado.
La fiscalía del pequeño cantón, situado en el norte de Suiza, cerca de Alemania, también está investigando si se violaron otras leyes penales.
El lunes, un bufete de abogados informó a las autoridades de que “un suicidio asistido con la cápsula Sarco había tenido lugar por la tarde en una cabaña forestal en Merishausen”, explicó la policía.
“En consecuencia, la policía de Schaffhausen, incluido el servicio forense y la fiscalía del cantón, intervinieron en el lugar de los hechos”, señala el comunicado, que apunta que “la cápsula de suicidio Sarco fue confiscada y el cuerpo de la persona fallecida trasladado para la autopsia”.
Inventada por el australiano Philip Nitschke, un exmédico conocido por sus posturas controvertidas sobre la eutanasia, la cápsula es una pequeña cabina violeta con ruedas.
El usuario tiene que acostarse dentro y responder a una serie de preguntas para confirmar que comprende lo que está haciendo antes de accionar un botón que libera nitrógeno.
Se supone que la persona pierde el conocimiento al cabo de unos segundos y muere en cuestión de minutos, según The Last Resort.
En julio, los promotores de este dispositivo lo presentaron e indicaron que quería que fuese utilizado por primera vez en Suiza, lo que causó gran conmoción, ya que el suicidio asistido está permitido en el país, pero bajo la supervisión de un médico.
Sin embargo, la asociación anunció a finales de julio que la persona que iba a ser la primera en utilizarla, una mujer estadounidense de unos 50 años, fue descartada debido al deterioro de su estado mental.
El lunes, la ministra del Interior suiza, Elisabeth Baume Schneider, afirmó durante una sesión de preguntas en la Cámara de diputados que la “cápsula de suicidio Sarco no cumple con la ley”.
En primer lugar, porque no responde a “los requisitos en materia de seguridad de los productos”. Además, el uso de nitrógeno dentro de esta cápsula “no es compatible” con la ley de productos químicos, explicó la ministra.