Ya como pontífice, en febrero de 2016, Francisco ofició una misa en la Basílica en la que se refirió al drama de la violencia que azota a México.
Con aplausos y ovaciones, unas 3,000 personas rindieron tributo al papa Francisco en la Basílica de Guadalupe, que el pontífice, fallecido este lunes, consideraba su lugar “favorito” en México.
En el templo, uno de los más visitados del mundo, en el norte de Ciudad de México, se celebró una misa en memoria del papa argentino encabezada por el arzobispo primado de México, Carlos Aguiar.
“Este es el lugar favorito del papa Francisco (…) y por eso le pedimos a ella (la virgen de Guadalupe) que llegue a la casa del padre”, dijo Aguiar.
El jesuita, fallecido a los 88 años, cumplió en 2016 su “deseo más íntimo” de orar en silencio y a solas por casi media hora frente a la imagen de la virgen que corona la Basílica.
El papa Francisco visitó México en el 2016.
(Foto: Cuartoscuro )
Aguiar recordó que tras ser ungido papa en 2013, tuvo una conversación telefónica con Francisco, quien le contó que su primera visita a Ciudad de México se limitó a orar ante la guadalupana y volar de regreso a Buenos Aires.
Internacional
Ya como pontífice, en febrero de 2016, ofició una misa en la Basílica en la que se refirió al drama de la violencia que azota a México.
Dios “se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos, que han visto partir, perder e incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos”, dijo entonces.
Entre la multitud de fieles y turistas que visitan el templo, algunos llegaron expresamente tras enterarse del deceso.
Francisco “era un ejemplo a seguir en la doctrina de la Iglesia (…) esperamos en oración que el próximo sucesor de su santidad logre conservar este legado”, dijo Fernando Pérez, quien realizó una oración ante una imagen colocada debajo de la estatua de Juan Pablo II en el atrio.
Numerosos religiosos también acudieron a orar.
“Estamos muy impresionadas, no creemos realmente que haya sucedido. Para nosotros era una bendición que fuera del continente americano y sobre todo entendía nuestra cultura, nuestro lenguaje, era un pastor del pueblo”, comentó la monja Esther Hernández, de 35 años.
La misa concluyó con un espontáneo y prolongado aplauso de los feligreses, seguido de vivas para el primer papa latinoamericano.